Tres ideas para un nuevo modelo laboral

El mundo del trabajo fue el principal afectado con la crisis económica generada por la pandemia del covid-19, no sólo en Chile sino en toda América Latina y el mundo. En esta columna no citaré datos que son bastante contundentes con respecto al impacto laboral y a la crisis social generada por la pandemia. Más bien quiero proponer tres ejes conceptuales claves para pensar la recuperación y el nuevo modelo que deberá surgir cuando hayamos superado la contingencia sanitaria.

Primero, es importante distinguir entre “trabajo” y “empleo”. Trabajo puede ser entendido en un sentido amplio como cualquier actividad humana de transformación de objetos o insumos naturales o previamente creados por el ser humano en bienes y servicios de muy diversa índole

El valor del trabajo en este sentido amplio radica en resolver múltiples necesidades humanas. Sin embargo, habitualmente en política pública el concepto utilizado es el de empleo: políticas de empleo, brechas de acceso al empleo, competencias de empleabilidad, políticas de empleabilidad.

Sabemos que producto de la pandemia se destruyeron en Chile dos millones de empleos , personas que dejaron de percibir un ingreso por la actividad que realizaban. La recuperación ha sido más lenta y menos formal de lo que se esperaba ¿Significa esto que la gente se quedó «haciendo nada»? No, en muchos casos se desplazaron hacia actividades o trabajos no remunerados y socialmente invisibilizados

Esto es muy claro en el caso las mujeres que realizan trabajo doméstico, de apoyo escolar a sus hijos e hijas o ejercen labores de cuidado de otras personas: niños, personas en situación de discapacidad, adultos mayores. Gran parte de las brechas de desigualdad laboral tienen que ver con este trabajo invisibilizado, no remunerado ni valorizado socialmente, y que ha aumentado durante la pandemia y el periodo de confinamiento, a veces coexistiendo con un empleo formal, lo que significa en la práctica una doble jornada laboral.

¿Recuperar empleos? Por supuesto que sí. Pero que sea en el marco global de condiciones de trabajo decente.

Un segundo eje relevante es la relación entre formación y trabajo. El enfoque tradicional señalaba que en la vida había un momento para estudiar, aprender y adquirir conocimientos a través del sistema educativo formal y luego otro, de aplicación de esos conocimientos al ámbito laboral como dos momentos separados en el tiempo.

Ese paradigma ya no es viable, producto de las transformaciones tecnológicas, la automatización y la digitalizacion que han llevado a la desaparición de algunos sectores y ocupaciones y al auge y aparición de otras nuevas. Hoy cabe pensar en sistemas de formación a lo largo de la vida y aprendizaje continuo. Lo relevante es desarrollar competencias aplicables a distintos ámbitos, no sólo del trabajo sino también de la vida. Competencias útiles para moverse entre empleos pero también competencias útiles para la familia, el ejercicio de la ciudadanía, la participación y el involucramiento cívico.

Y en tercer lugar, es importante la relación entre cultura y trabajo. Tradicionalmente se ha pensado que el trabajo es el ámbito de lo productivo, siendo sus palabras claves, la competitividad, la competencia, la producción, la productividad, la rentabilidad y la eficiencia. La cultura y la actividad artística tienden en cambio a ser vistas como lo contrario: como un espacio de creatividad, innovación, libertad, relajo e inspiración

Esta separación también es muy cuestionable, sobre todo cuando hace mucho tiempo se viene hablando de la importancia de la creatividad y la innovación para dar un salto profundo de desarrollo económico. Y también cuando diversos estudios han acumulado evidencia sobre el valor de las habilidades socioafectivas y el impacto que tiene en la vida adulta, por ejemplo, el desarrollo de competencias artísticas creativas en la juventud y en la niñez.

Es necesario romper con esta supuesta contradicción en ambos sentidos. Incorporar criterios o hacer de la actividad cultural una actividad rentable. Y hacer de la actividad productiva una actividad creativa.

Tres ideas o enfoques que propongo para el debate sobre el nuevo modelo el país deberá construir post-pandemia. Ya que continúa abierto el debate sobre un nuevo pacto social para Chile, sería muy recomendable pensar seriamente en incorporar como derechos constitucionales:
– el trabajo decente,
– el acceso a oportunidades formativas a lo largo de la vida y
– la economía creativa y la cultura como actividad socialmente valiosa y valorada.

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